Amaia Larrea Rodriguez
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Cada día resulta más evidente que en el mundo de la pedagogía van emergiendo y se van consolidando nuevos modelos de enseñanza en educación infantil y primaria. Con nuevas maneras de entender la escuela basadas en el respeto por los procesos madurativos naturales de las niñas mucho más que la mera adquisición de conocimientos y del simple principio de autoridad. Las escuelas tradicionales ya están dando sus primeros pasos con sus trabajos por proyectos y sus materiales Montessori. Pero son las escuelitas rurales las que están dando el verdadero tirón del carro al incorporar nuevos e interesantes enfoques para atraer nuevas familias que eviten la pérdida de niños/niñas. Es un paso, pero no es suficiente. En este sentido en nuestra opinión Ur Tanta Eskola en Iltzarbe valle de Ollo, es una interesante excepción. Parece a priori ser uno de estos casos pero en realidad es mucho más que eso. Aun enmarcada en un entorno natural inmejorable y aun visitando sus instalaciones de bioconstrucción, aun así, no es posible captar toda la esencia de ésta escuela porque no se ve con los ojos si esos ojos no saben mirar, resulta invisible pero no hay más que ir allí y pasarse a ver el día a día con los niños y el trabajo y manejo de sus más que profesores, acompañantes. Ur Tanta Eskola encarna el desvencijado y sencillo escenario de una escuela tipo Summergill, pero sin serlo de todo o sea con autorregulación pero sin internado, y también el escenario de un centro albergue de salud de un país subdesarrollado con su prevención infantil reichana. Pero no es una escuela fácil, es una escuela cara, porque es una verdadera escuela libre que no está amparada por el Estado y que se sustenta únicamente por familias heterogéneas diversas y autocríticas que creen que un nuevo modelo de vida y de sociedad más
justo, colaborativo y solidario es posible. No es una escuela perfecta pero es una escuela viva y presente con todas sus dificultades en su intento de sobrevivir y crecer, la cual no consiste únicamente en llevar a los niños y ya está si no que supone implicación en el proyecto y con los peques para que haya coherencia y porque supone todo un reto y aprendizaje de desarrollo personal de los propios padres que se dan cuenta de sus propias limitaciones heredadas de una cultura y de la importancia de no trasmitirlas a sus hijos.
En Ur Tanta Eskola los niños aprenden euskera, matemáticas, lenguaje, ciencias naturales pero también aprenden autoestima, autonomía, a confiar en sus capacidades, a ser resolutivos, a gestionar sus emociones, a saber resolver conflictos, psicomotricidad, meditación, musicosophia y a ser auténticos, libertad sin libertinaje, a ser respetuosos con sus otros/as, y con el medio ambiente, a ver la sexualidad con normalidad en todas sus variaciones, a ser sociables compañeros, sentando una buena base emocional-personal para afrontar sus retos futuros, que en esta etapa son mas necesarios. Es una verdadera gozada poder verles interactuar y en medio de todo eso, se divierten y son felices sin pretenderlo. Nosotros llevamos a nuestros dos hijos allí, y ya llevamos 3 años, y aunque nos queda a unos 30km de dónde vivimos y a pesar de haber buenas escuelas cerca, seguimos apostando por ella porque creemos verdaderamente que merece la pena. Gracias a todos los que con vuestro esfuerzo la hacéis posible.